Lo vemos en las películas de ciencia ficción de Hollywood después de un Tsunami, de un terremoto, del surgimiento de una epidemia, de la erupción de un volcán o del ataque de un monstruo extraterrestre, sea la tragedia que sea, las siguientes escenas que aparecen en la pantalla son de gente enloquecida y asustada destrozando todo a su paso y saqueando.
El patrón se repite una y otra vez, y no es gratuito, basta revisar la forma de actuar de las poblaciones que en la vida real son azotadas por fenómenos naturales y veremos el mismo comportamiento, pero ¿por qué?
La respuesta es sencilla, en situaciones extremas, aflora nuestros instintos de supervivencia, al cual no le importa las leyes, los valores y la cultura, sino solo sobrevivir. La desesperación se apodera de nosotros, y como en la génesis de nuestra especie, nos agrupamos en pequeños clanes (familia, vecinos o amigos) que según el grado psicosis colectiva que afronten, o de las horas que transcurran luego de ocurrida la tragedia, se van convirtiendo en hordas cada vez más violentas.
Lo sucedido en Chile este fin de semana, luego del terrible terremoto de 8.8 grados en escala Richter que azoto su territorio, es un ejemplo de lo que ocurre cuando nuestras sociedades colapsan ante tragedias que sobrepasan nuestra capacidad de reacción, las imágenes de TV Chile así lo demuestran.
Según la CNN en español, nuestro hermano país del sur era el más preparado de la región para afrontar este tipo de tragedias; sin embargo, no han podido controlar la situación hasta el momento.
Ante el dolor de nuestro vecino y de la inevitable sensación de que pudimos ser nosotros, algunos medios se han dedicado a publicar o transmitir una que otra nota sobre el particular, revelándonos algo que ya todos sabemos: El país no está preparado para afrontar una tragedia de esa magnitud.
La gente sigue viviendo en las riveras de los ríos, en las faldas de los cerros o construyendo de manera informal, los municipios solo se dedican a cobrar de manera puntual los arbitrios, no les importa si en el futuro esas precarias construcciones se vienen abajo ante la furia de la naturaleza.
Cuando ocurrió el terremoto en la zona sur del país en el 2007, el sistema de Defensa Civil de la Región Ica colapso y las acciones de la sede central fueron insuficientes, torpes y tardías. Los mecanismos de reacción y planificación en casos de desastres no funcionaron adecuadamente dando pie actos improvisados que causaron desorden y caos. La gente no sabía qué hacer y eso es porque no contaban con la suficiente preparación para afrontar este tipo de situación.
Por eso las acciones de prevención son importantes, aunque al inicio de la crisis se vean sobrepasadas por el pánico y el caos que llevan a las personas al descontrol. Sin embargo, una vez estabilizada la situación saber qué hacer y cómo hacerlo ayuda a salir adelante a cualquier país.
Si no hacemos nada, es como si estuviéramos manejando un auto a toda velocidad, pero sin frenos…
El patrón se repite una y otra vez, y no es gratuito, basta revisar la forma de actuar de las poblaciones que en la vida real son azotadas por fenómenos naturales y veremos el mismo comportamiento, pero ¿por qué?
La respuesta es sencilla, en situaciones extremas, aflora nuestros instintos de supervivencia, al cual no le importa las leyes, los valores y la cultura, sino solo sobrevivir. La desesperación se apodera de nosotros, y como en la génesis de nuestra especie, nos agrupamos en pequeños clanes (familia, vecinos o amigos) que según el grado psicosis colectiva que afronten, o de las horas que transcurran luego de ocurrida la tragedia, se van convirtiendo en hordas cada vez más violentas.
Lo sucedido en Chile este fin de semana, luego del terrible terremoto de 8.8 grados en escala Richter que azoto su territorio, es un ejemplo de lo que ocurre cuando nuestras sociedades colapsan ante tragedias que sobrepasan nuestra capacidad de reacción, las imágenes de TV Chile así lo demuestran.
Según la CNN en español, nuestro hermano país del sur era el más preparado de la región para afrontar este tipo de tragedias; sin embargo, no han podido controlar la situación hasta el momento.
Ante el dolor de nuestro vecino y de la inevitable sensación de que pudimos ser nosotros, algunos medios se han dedicado a publicar o transmitir una que otra nota sobre el particular, revelándonos algo que ya todos sabemos: El país no está preparado para afrontar una tragedia de esa magnitud.
La gente sigue viviendo en las riveras de los ríos, en las faldas de los cerros o construyendo de manera informal, los municipios solo se dedican a cobrar de manera puntual los arbitrios, no les importa si en el futuro esas precarias construcciones se vienen abajo ante la furia de la naturaleza.
Cuando ocurrió el terremoto en la zona sur del país en el 2007, el sistema de Defensa Civil de la Región Ica colapso y las acciones de la sede central fueron insuficientes, torpes y tardías. Los mecanismos de reacción y planificación en casos de desastres no funcionaron adecuadamente dando pie actos improvisados que causaron desorden y caos. La gente no sabía qué hacer y eso es porque no contaban con la suficiente preparación para afrontar este tipo de situación.
Por eso las acciones de prevención son importantes, aunque al inicio de la crisis se vean sobrepasadas por el pánico y el caos que llevan a las personas al descontrol. Sin embargo, una vez estabilizada la situación saber qué hacer y cómo hacerlo ayuda a salir adelante a cualquier país.
Si no hacemos nada, es como si estuviéramos manejando un auto a toda velocidad, pero sin frenos…
Imagenes de los saqueos ocurridos en Chile al día siguiente del terremoto:
No hay comentarios:
Publicar un comentario