Tomarse fotos en la intimidad o grabarse mientras se sostiene un trance amatorio es cada vez más común entre los adolescentes y jóvenes del mundo. Ya sea por la emoción del momento o por la euforia que muchas veces puede nublar el juicio, muchos aceptan posar para él o para ella pensando que esa imagen o momento capturado permanecerá oculto.
Algunos lo hacen por voluntad propia otros ni se enteran que su imagen es capturada en un teléfono celular o cámara fotográfica, convirtiendo este acto, aparentemente inofensivo, en una pesadilla.
Hace algunos años conocí el caso de un joven que había mantenido relaciones sexuales con varias jovencitas a las cuales grabó sin su consentimiento. Su finalidad era chantajear a sus víctimas exigiéndoles una cantidad X de dinero a cambio de mantener lejos de los ojos de sus padres y de sus amistades ese ‘ardiente encuentro sexual’. Pero las cosas no quedaban ahí, porque una vez entrega la cantidad requerida las pobres eran sorprendidas por otra solicitud monetaria, la de nunca acabar.
Como era de esperarse una de las chicas perdió la vergüenza y lo denunció, desatándose el escándalo. La noticia estuvo pululando en las primeras planas de los periódicos ‘chicha’ por algunos días.
Sin embargo, este hecho ocurrió hace varios años, cuando el mercado de la tecnología portátil estaba recién en pañales en el Perú. Hoy, con los modernos celulares, bueno, creo que nos podemos imaginar lo fácil que sería caer en una situación parecida. Además, con el auge de las redes sociales la capacidad de difundir ese video o foto a la mayor cantidad de gente posible se vuelve una horrenda posibilidad. El solo imaginarlo me escarapela el cuerpo.
Por eso lo único seguro es no permitir que nunca te tomen una foto o te graben en esas situaciones, porque uno nunca sabe que es lo que podría ocurrir en el futuro, es mejor prevenir que lamentar.
Algunos lo hacen por voluntad propia otros ni se enteran que su imagen es capturada en un teléfono celular o cámara fotográfica, convirtiendo este acto, aparentemente inofensivo, en una pesadilla.
Hace algunos años conocí el caso de un joven que había mantenido relaciones sexuales con varias jovencitas a las cuales grabó sin su consentimiento. Su finalidad era chantajear a sus víctimas exigiéndoles una cantidad X de dinero a cambio de mantener lejos de los ojos de sus padres y de sus amistades ese ‘ardiente encuentro sexual’. Pero las cosas no quedaban ahí, porque una vez entrega la cantidad requerida las pobres eran sorprendidas por otra solicitud monetaria, la de nunca acabar.
Como era de esperarse una de las chicas perdió la vergüenza y lo denunció, desatándose el escándalo. La noticia estuvo pululando en las primeras planas de los periódicos ‘chicha’ por algunos días.
Sin embargo, este hecho ocurrió hace varios años, cuando el mercado de la tecnología portátil estaba recién en pañales en el Perú. Hoy, con los modernos celulares, bueno, creo que nos podemos imaginar lo fácil que sería caer en una situación parecida. Además, con el auge de las redes sociales la capacidad de difundir ese video o foto a la mayor cantidad de gente posible se vuelve una horrenda posibilidad. El solo imaginarlo me escarapela el cuerpo.
Por eso lo único seguro es no permitir que nunca te tomen una foto o te graben en esas situaciones, porque uno nunca sabe que es lo que podría ocurrir en el futuro, es mejor prevenir que lamentar.
Aquí algunos casos:
- Detenido un joven en Madrid por amenazar a una menor con una grabación de móvil
- Prohibido hacer sexo oral con uniforme
- ¡Wena Naty! (o como la tecnología teme en problema)
A cuidarse, SEÑORES Y SEÑORITAS!!!!
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