Según las últimas informaciones hasta el momento son 13 los militares muertos luego de la emboscada narcosenderista en el VRAE. El terror una vez ha surgido de las sombras para decirnos, fiel a su estilo – derramando sangre- aquí estoy, nunca me fui, solo me ocultó de tus ojos.
Es una realidad, el terrorismo no está del todo derrotado, y gracias a su alianza con el narcotráfico se ve fortalecido, quizás no para actuar como en el pasado, pero si, para hacernos voltear hacia la zona del VRAE cada vez que se le antoja.
No tenemos, aún, los mismos índices de violencia que México; sin embargo, si el Estado y la Sociedad Civil no hacen nada y siguen haciéndose de la vista gorda, el pulpo que por ahora es pequeño, crecerá tanto, que sus tentáculos llegará, como el caso azteca, hasta afianzarse en la sociedad misma..
Es cierto, el Estado debe proteger a los ciudadanos, pero también ellos deben ejercer sus derechos de manera correcta. Si no me escuchan bloqueo carreteras, si no tengo casa invado un terreno, si me quieren desalojar mato policías y si me toca elegir a mis representantes elijó a la ligera sin tomar en cuenta la experiencia del candidato. Y las ONG: solo intervengo cuando mis intereses son amenazados o se meten con mi área de influencia. Es decir, contribuimos con el desorden y caos, mientras exigimos que el Estado actúe.
Por otro lado, no podemos seguir enviando a nuestros soldados a luchar sin el equipamiento necesario, no es posible que no se puedan comunicar y que la estrategia militar solo sea tomar Vizcatán y salir a patrullar de vez en cuando. Mientras se hace eso, los terroristas salen a parar buses en la carretera, piden cupos, hacen proselitismo y se burlan de las acciones tan promocionadas, pero poco efectivas de las fuerzas del orden.
Lo paradójico del asunto es que todo esto ocurre luego de la sentencia de Alberto Fujimori, que valgan verdades, logro poner al terrorismo en raya y pacificó al país. Es cierto, para hacerlo, pasó por encima de la democracia, estuvo involucrado con el grupo asesino Colina y fue, junto a Vladimiro Montesinos, la cabeza de una gran organización criminal dirigida desde el Gobierno. Nada pude justificar el asesinato y la corrupción; sin embargo, actúo, y no se quedó de brazos cruzados viendo como el terror tomaba el Perú calle por calle.
Es una realidad, el terrorismo no está del todo derrotado, y gracias a su alianza con el narcotráfico se ve fortalecido, quizás no para actuar como en el pasado, pero si, para hacernos voltear hacia la zona del VRAE cada vez que se le antoja.
No tenemos, aún, los mismos índices de violencia que México; sin embargo, si el Estado y la Sociedad Civil no hacen nada y siguen haciéndose de la vista gorda, el pulpo que por ahora es pequeño, crecerá tanto, que sus tentáculos llegará, como el caso azteca, hasta afianzarse en la sociedad misma..
Es cierto, el Estado debe proteger a los ciudadanos, pero también ellos deben ejercer sus derechos de manera correcta. Si no me escuchan bloqueo carreteras, si no tengo casa invado un terreno, si me quieren desalojar mato policías y si me toca elegir a mis representantes elijó a la ligera sin tomar en cuenta la experiencia del candidato. Y las ONG: solo intervengo cuando mis intereses son amenazados o se meten con mi área de influencia. Es decir, contribuimos con el desorden y caos, mientras exigimos que el Estado actúe.
Por otro lado, no podemos seguir enviando a nuestros soldados a luchar sin el equipamiento necesario, no es posible que no se puedan comunicar y que la estrategia militar solo sea tomar Vizcatán y salir a patrullar de vez en cuando. Mientras se hace eso, los terroristas salen a parar buses en la carretera, piden cupos, hacen proselitismo y se burlan de las acciones tan promocionadas, pero poco efectivas de las fuerzas del orden.
Lo paradójico del asunto es que todo esto ocurre luego de la sentencia de Alberto Fujimori, que valgan verdades, logro poner al terrorismo en raya y pacificó al país. Es cierto, para hacerlo, pasó por encima de la democracia, estuvo involucrado con el grupo asesino Colina y fue, junto a Vladimiro Montesinos, la cabeza de una gran organización criminal dirigida desde el Gobierno. Nada pude justificar el asesinato y la corrupción; sin embargo, actúo, y no se quedó de brazos cruzados viendo como el terror tomaba el Perú calle por calle.
Fotografía: Revista CARETAS
No necesitamos otro Fujimori ni otro Montesinos, sino, que todos los estamentos de la sociedad se comprometan y empujemos el carro –El Perú- para un solo lado.
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