Al escribir este post no puedo alejar de mí la sensación de estar amordazado, de tener que limitarme, de tener cuidado con cada párrafo, porque quizás no sea del agrado de algún personaje “político”, es decir, me veo obligado a recorrer la senda de la autocensura.
Quizás ese sea el mensaje subliminal tras la sentencia judicial al blogger José Alejandro Godoy: señores bloggers, twitters, facebooks y demás habitantes ocasionales de Internet: “los queremos calladitos”.
Lo ocurrido hasta el momento revela que a estos “personajes” no les importa el rebote ni la censura internacional que pueda tener esta sentencia, que dicho sea de paso es la primera que envía a prisión a un blogger en Latinoamérica.
Es por eso, que afirmar que la libertad de expresión en el Perú virtual se encuentra en peligro, no es ninguna exageración. Además, es un hecho que el administrador del blog Desde el Tercer Piso, no es el único en la mira.
Con esto no busco meter miedo a nadie, sino hacer un llamado a la unión, este es el primer reto que los ciberciudadanos peruanos estamos enfrentando, no podemos mostrarnos indiferentes. No sería una mala idea, dejar las campañas online y pasar a las offline, saliendo de esa forma al frente de este poder oculto que desea “ajustarnos”.
Esto también me da pie en hacer otra reflexión. Es cierto que la libertad de expresión es un derecho que todo ciudadano tiene la potestad de ejercer, sin ninguna condicionante, salvo la de no vulnerar el derecho de otros.
Esto quiere decir que no podemos utilizar el anonimato que nos otorga el medio virtual para lanzar ofensas, insultos o dañar el honor de las personas, por más detestable nos parezca su proceder.
Si desean tener mayores detalles de la sentencia emitida por la jueza Flor La Rosa, vinculada por algunas versiones periodísticas al Partido Aprista, los invito a leer la columna de Marco Sifuentes en Perú21.
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