Con una clara intencionalidad política y dejando al descubierto uno de sus principales anhelos el presidente venezolano Hugo Chávez afirmó esta semana que:
Por supuesto que no me estoy refiriendo a la crítica seria, a la que ante un acto irracional como el cierre de canales o la detención premeditada de opositores, sale a denunciar, a veces con tono altisonante, estos actos criminales, esto claro, sin faltar el respeto a nadie, por más dictador que éste sea. Este tipo de usuarios se identifican sin miedo, porque saben que están haciendo lo correcto.
Sin embargo, existen otros, que aparándose en el velo cobarde del anonimato, lanzan todo tipo de insultos, burlas y hasta amenazas, sin importarles el daño que puedan ocasionar o las consecuencias que puedan traer sus actos, porque claro, debido a que usan una identidad falsa creen que nunca podrán ser detectados.
Por supuesto que esa aseveración, como todo en la vida, no es absoluta, sino relativa, como nos lo muestra la historia del periodista Alejandro Páez Varela, del Universal de México:
"Internet no puede ser una cosa libre donde se haga y dice lo que quiera. Tenemos que tener nuestras normas. Esas páginas no pueden ser libres para decir lo que quieran, hay leyes que tienen que cumplirse".Es cierto que estas declaraciones no son gratuitas y menos un acto de buena fe del dictador venezolano; sin embargo, encierran una verdad innegable: no se puede publicar en Internet información que dañe el honor de las personas o instituciones y menos lanzar ataques, por el solo hecho de no estar de acuerdo con sus ideas o actos. Permitir este tipo situaciones, es albergar, inconscientemente, una peligrosa doble moral que en algún momento nos puede afectar.
Por supuesto que no me estoy refiriendo a la crítica seria, a la que ante un acto irracional como el cierre de canales o la detención premeditada de opositores, sale a denunciar, a veces con tono altisonante, estos actos criminales, esto claro, sin faltar el respeto a nadie, por más dictador que éste sea. Este tipo de usuarios se identifican sin miedo, porque saben que están haciendo lo correcto.
Sin embargo, existen otros, que aparándose en el velo cobarde del anonimato, lanzan todo tipo de insultos, burlas y hasta amenazas, sin importarles el daño que puedan ocasionar o las consecuencias que puedan traer sus actos, porque claro, debido a que usan una identidad falsa creen que nunca podrán ser detectados.
Por supuesto que esa aseveración, como todo en la vida, no es absoluta, sino relativa, como nos lo muestra la historia del periodista Alejandro Páez Varela, del Universal de México:
Amparado en el anonimato, hace unos días un joven me amenazó. Pedí en Facebook que me ayudaran a descubrirlo. Me ayudaron. Quedé a un paso de solicitar la intervención de la Policía Cibernética de la PFP, porque el chico me explicó en un correo (disculpen su ortografía) lo siguiente: “hermano lo siento / ni te conosco no kiero pedos / se me hiso facil comentar en tu blogg / no kiero meter en pedos a mis vecinos de kien me robo la red”.
Como vemos, la irresponsabilidad y el anonimato, son los principales factores que inciden en este tipo de conducta.
Por eso, creo que es necesario ponerle reglas a Internet, pero no legales, porque pueden ser muy peligrosas en manos de Gobierno totalitarios, sino personales. Debemos ser conscientes que hoy más que nunca, tenemos acceso a la libertad de expresión, sin embargo, no dejemos que esta se convierta en libertinaje.
Por eso, creo que es necesario ponerle reglas a Internet, pero no legales, porque pueden ser muy peligrosas en manos de Gobierno totalitarios, sino personales. Debemos ser conscientes que hoy más que nunca, tenemos acceso a la libertad de expresión, sin embargo, no dejemos que esta se convierta en libertinaje.
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