Esta pregunta que puede parecer trivial y sin importancia para algunos, cobra para otros, como el que escribe este remedo de artículo, una importancia capital. Cada día, tarde o noche, nos conectamos a este mundo paralelo que es Internet para compartir información, conversar, conocer gente o simplemente para pasar el rato.
Manejar un número de contacto, escribir una serie de tweet y postear son algunas de las actividades que nos permiten saber que alguien existe en la web.
Sin embargo ¿qué pasaría si de pronto, uno de esos amigos tan prolijos en actualizaciones, desapareciera sin dejar rastro? ¿Qué sucedería con sus cuentas en las redes sociales? Son preguntas que pueden llevar a cualquier nativo digital a un estado de pánico sostenido, porque si el solo hecho de enfrentarnos a la muerte nos perturba, imagínense, dejar en la peor orfandad a nuestros engreídos, y peor aún, hacernos la idea de dejar de existir, tanto en el mundo físico como en el virtual, tamaña pesadilla.
Ese temor me obsesiona, tengo que confesarlo, al punto que, he tratado de buscar una solución durante las mañanas fugitivas, las tardes adormecedoras y las noches prometedoras de mis descarriados días, llenos en todo momento de ideas tan alocadas, como el mismo texto que estoy redactando ¿quién se pone a pensar en su perfil de facebook al confrontarse con la muerte, quién? La respuesta es simple: YO.
Y bueno, creo que después de tanto pensar y pensar, llegue a la única solución coherente en este mar de incoherencias: copiar todos mis nombres de usuarios y todas mis claves en una hoja de papel, y a modo de testamento, guardarla en un sobre lacrado, acompañado únicamente de una nota, que a modo de instrucciones, definan a pie puntillas mis últimos deseos.
¿Últimos deseos? Suena extraño, más aun cuando estoy escribiendo sobre ellos, sin haberlos escrito todavía y sobre todo, aun vivo… milagro… no, obsesión, no sé, locura, quizá.
En fin, ya para terminar este post, salido de los sótanos de mi subconsciente (muy parecidos a los del pentagonito, por las torturas), a modo de colofón, les informo que ya decidí a quién va ir dirigida la nota, aunque aun no la escribo, solo espero que acepte la responsabilidad y cumpla las instrucciones aun no escritas, porque si no…va, qué más da, si ya estaré muerto.
Pero, piénsalo…
¿Si mueres hoy, que pasaría con tus cuentas en las redes sociales?
Manejar un número de contacto, escribir una serie de tweet y postear son algunas de las actividades que nos permiten saber que alguien existe en la web.
Sin embargo ¿qué pasaría si de pronto, uno de esos amigos tan prolijos en actualizaciones, desapareciera sin dejar rastro? ¿Qué sucedería con sus cuentas en las redes sociales? Son preguntas que pueden llevar a cualquier nativo digital a un estado de pánico sostenido, porque si el solo hecho de enfrentarnos a la muerte nos perturba, imagínense, dejar en la peor orfandad a nuestros engreídos, y peor aún, hacernos la idea de dejar de existir, tanto en el mundo físico como en el virtual, tamaña pesadilla.
Ese temor me obsesiona, tengo que confesarlo, al punto que, he tratado de buscar una solución durante las mañanas fugitivas, las tardes adormecedoras y las noches prometedoras de mis descarriados días, llenos en todo momento de ideas tan alocadas, como el mismo texto que estoy redactando ¿quién se pone a pensar en su perfil de facebook al confrontarse con la muerte, quién? La respuesta es simple: YO.
Y bueno, creo que después de tanto pensar y pensar, llegue a la única solución coherente en este mar de incoherencias: copiar todos mis nombres de usuarios y todas mis claves en una hoja de papel, y a modo de testamento, guardarla en un sobre lacrado, acompañado únicamente de una nota, que a modo de instrucciones, definan a pie puntillas mis últimos deseos.
¿Últimos deseos? Suena extraño, más aun cuando estoy escribiendo sobre ellos, sin haberlos escrito todavía y sobre todo, aun vivo… milagro… no, obsesión, no sé, locura, quizá.
En fin, ya para terminar este post, salido de los sótanos de mi subconsciente (muy parecidos a los del pentagonito, por las torturas), a modo de colofón, les informo que ya decidí a quién va ir dirigida la nota, aunque aun no la escribo, solo espero que acepte la responsabilidad y cumpla las instrucciones aun no escritas, porque si no…va, qué más da, si ya estaré muerto.
Pero, piénsalo…
¿Si mueres hoy, que pasaría con tus cuentas en las redes sociales?
Yo pienso lo mismo a veces... cuando me entero que murio alguien lo busco en el FB jaja...
ResponderEliminar