Escrito por Krystel Carranza (colaboradora)
Una mezcla de orgullo y satisfacción confluyen en más de uno de los corazones de los amantes del “buen cine peruano” al revivir instante en que anunciaron a la película “La Teta Asustada” de Claudia Llosa como una de las cinco finalistas a los premios Óscar en la categoría de “Mejor Película Extranjera”. Mientras, los medios de comunicación especulan sobre las posibilidades que tiene, a los sensatos sólo nos queda esperar pacientemente hasta el 05 de marzo para saber si “sí se puede”.
Esta película que aborda el maltrato contra la mujer en plena violencia interna durante los años 1980 y 2000, es la primera en pasar la valla de las primeras eliminatorias cinematográficas y llegar a las finales. Y ante esta noticia, urge repensar una Ley del Cine que verdaderamente apoye equitativamente a todos los proyectos cinematográficos y a creadores nacionales.
La mayoría de peruanos ya estamos cansados de ver en la pantalla grande a los mismos actores con guiones desgastados o que abordan superficialmente la problemática nacional. ¿Acaso no hay producciones en provincias que también valgan la pena? ¿O noveles actores con rasgos andinos o selváticos que muestren su talento? Además, no es posible que muchos cineastas reciban fondos de organizaciones extranjeras que promueven la cultura o se endeuden por sacar adelante producciones de calidad y el Estado no reconozcan su esfuerzo.
Recuerdo que años atrás, exactamente a finales del 2006, toda comunidad audiovisual unió sus fuerzas para promover la Campaña “Perú en tu pantalla”, con la cual buscaban que el Gobierno cumpla con invertir anualmente 7 millones en el cine nacional, según lo estipulado en la Ley del Cine. Esta actividad tuvo amplísima cobertura en los medios, pero al pasar los meses, los ánimos se apagaron y el Estado no cumplió esta promesa en su totalidad.
Un año atrás, surgieron dos proyectos de ley que intentaban complementar la referida legislación presentados por los congresistas Johnny Peralta y Carlos Raffo, respectivamente, los mismos que difieren en cómo utilizar los fondos del impuesto municipal al boleto cinematográfico en fomento del séptimo arte peruano. A la fecha, aún no se logran poner de acuerdo y el cine peruano sangre por la misma herida. ¿Hasta cuándo...?
Esta película que aborda el maltrato contra la mujer en plena violencia interna durante los años 1980 y 2000, es la primera en pasar la valla de las primeras eliminatorias cinematográficas y llegar a las finales. Y ante esta noticia, urge repensar una Ley del Cine que verdaderamente apoye equitativamente a todos los proyectos cinematográficos y a creadores nacionales.
La mayoría de peruanos ya estamos cansados de ver en la pantalla grande a los mismos actores con guiones desgastados o que abordan superficialmente la problemática nacional. ¿Acaso no hay producciones en provincias que también valgan la pena? ¿O noveles actores con rasgos andinos o selváticos que muestren su talento? Además, no es posible que muchos cineastas reciban fondos de organizaciones extranjeras que promueven la cultura o se endeuden por sacar adelante producciones de calidad y el Estado no reconozcan su esfuerzo.
Recuerdo que años atrás, exactamente a finales del 2006, toda comunidad audiovisual unió sus fuerzas para promover la Campaña “Perú en tu pantalla”, con la cual buscaban que el Gobierno cumpla con invertir anualmente 7 millones en el cine nacional, según lo estipulado en la Ley del Cine. Esta actividad tuvo amplísima cobertura en los medios, pero al pasar los meses, los ánimos se apagaron y el Estado no cumplió esta promesa en su totalidad.
Un año atrás, surgieron dos proyectos de ley que intentaban complementar la referida legislación presentados por los congresistas Johnny Peralta y Carlos Raffo, respectivamente, los mismos que difieren en cómo utilizar los fondos del impuesto municipal al boleto cinematográfico en fomento del séptimo arte peruano. A la fecha, aún no se logran poner de acuerdo y el cine peruano sangre por la misma herida. ¿Hasta cuándo...?
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