Cuando converso con una persona que tiene mala vibra trato de sobre llevar la situación y darle por su lado, aunque luego, al dejarla, me siento tan ridículo por haber entablado dialogo con ella que empiezo a despotricar en su contra y termino haciendo lo que tanto odio, ‘rajar de otros’.
El raje es similar a la gripe, es una enfermedad del alma extremamente contagiosa, solo hace falta que alguien te haga un comentario ponzoñoso – símil a estornudar- para que te jale la lengua y entres, sin querer, al club de los inquisidores eventuales. Claro que puedes evitarlo, sin embargo, en la mayoría de las veces decidimos doblegarnos ante su libidinoso encanto.
Aunque es considerado por muchos como una capacidad femenina para interpretar al otro/a, no es exclusivo solo de ellas. Los hombres también solemos practicarlo, aunque con ciertos condimentos adicionales que provocan una reacción más explosiva. Por ejemplo que hombre no ha hablado mal de una mujer con la que mantuvo una relación amorosa, intento una o simplemente siempre quiso, pero recibió un rotundo no por respuesta.
Aunque para el imaginario colectivo, hacerlo sea una mariconada, no es necesario decirle ‘puta’ para hacerlo. En las reuniones de chicos, siempre esta presente el momento sublime de reafirmación de la hombría: hablar sobre sus chicas, cuántas han tenido y sobre todo cómo son en la cama, desde el punto de vista de un ‘macho’. Es clásico que en ese contexto surja el comentario que da cuenta de la supuesta ligereza de una chica al entablar ‘amistad’ con los chicos. Claro que esa información es difícil de corroborar hasta que uno este con la susodicha, pero de antemano ya formó en los presentes la imagen de una chica ‘escobita’, es decir, una que arrasa con todos.
También está en comentario de la posición sexual favorita de la aludida, su preferencia por el sexo oral y su exigencia insaciable en el ring de las cuatro perillas.
Es obvio que también surgen en esas reuniones otro tipos de habladurías como que ella es frígida, es pésima en la cama, es una renegona insoportable, es una maniática, una celosa empedernida y fin la lista es larga. Sin embargo, los primeros son lo que predominan por ser los ‘machistamente’ aceptados, los otros, en cambio, nos son considerados por ser medio ‘femeninos’ y estar en la frontera de la queja.
Una vez cometí el grave error de juzgar a una flaca por culpa de esas tonterías. Por supuesto que luego me di cuenta, al tratarla y pasar tiempo con ella, de lo mal intencionados que eran esos ‘cuentos’, no se pueden imaginar lo que hice para recuperarla, fue una tremenda equivocación el prestarle oídos a aquello; pero así es el raje, su contagio es tan rápido y efectivo que ni te das cuenta y ya eres un portador de la enfermedad.
El raje es similar a la gripe, es una enfermedad del alma extremamente contagiosa, solo hace falta que alguien te haga un comentario ponzoñoso – símil a estornudar- para que te jale la lengua y entres, sin querer, al club de los inquisidores eventuales. Claro que puedes evitarlo, sin embargo, en la mayoría de las veces decidimos doblegarnos ante su libidinoso encanto.
Aunque es considerado por muchos como una capacidad femenina para interpretar al otro/a, no es exclusivo solo de ellas. Los hombres también solemos practicarlo, aunque con ciertos condimentos adicionales que provocan una reacción más explosiva. Por ejemplo que hombre no ha hablado mal de una mujer con la que mantuvo una relación amorosa, intento una o simplemente siempre quiso, pero recibió un rotundo no por respuesta.
Aunque para el imaginario colectivo, hacerlo sea una mariconada, no es necesario decirle ‘puta’ para hacerlo. En las reuniones de chicos, siempre esta presente el momento sublime de reafirmación de la hombría: hablar sobre sus chicas, cuántas han tenido y sobre todo cómo son en la cama, desde el punto de vista de un ‘macho’. Es clásico que en ese contexto surja el comentario que da cuenta de la supuesta ligereza de una chica al entablar ‘amistad’ con los chicos. Claro que esa información es difícil de corroborar hasta que uno este con la susodicha, pero de antemano ya formó en los presentes la imagen de una chica ‘escobita’, es decir, una que arrasa con todos.
También está en comentario de la posición sexual favorita de la aludida, su preferencia por el sexo oral y su exigencia insaciable en el ring de las cuatro perillas.
Es obvio que también surgen en esas reuniones otro tipos de habladurías como que ella es frígida, es pésima en la cama, es una renegona insoportable, es una maniática, una celosa empedernida y fin la lista es larga. Sin embargo, los primeros son lo que predominan por ser los ‘machistamente’ aceptados, los otros, en cambio, nos son considerados por ser medio ‘femeninos’ y estar en la frontera de la queja.
Una vez cometí el grave error de juzgar a una flaca por culpa de esas tonterías. Por supuesto que luego me di cuenta, al tratarla y pasar tiempo con ella, de lo mal intencionados que eran esos ‘cuentos’, no se pueden imaginar lo que hice para recuperarla, fue una tremenda equivocación el prestarle oídos a aquello; pero así es el raje, su contagio es tan rápido y efectivo que ni te das cuenta y ya eres un portador de la enfermedad.
Continuare hablando del raje, pero por ahora creo que basta y sobra…
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