Dentro de aproximadamente 6 horas - escribo este post a la 1 a.m.- el presidente de la República, Alan García Pérez, pronunciará, como es tradición cada 28 de julio, su mensaje a la nación. En esta ocasión se espera que el Mandatario deje de lado los triunfalismos y acepte la realidad: el Perú no esta avanzando como se quiere.
A la crisis económica se ha sumado una de gobernabilidad, ocasionada por la falta de credibilidad que adolece el Gobierno y lo que representa. El pueblo está dejando creer en el Estado y en sus instituciones, un hecho sumamente preocupante, que gracias a las promesas electorales incumplidas, la exclusión, la ineficacia en el gasto público, el autoritarismo, la excesiva burocracia y la corrupción están llevando al país a un estado de inestabilidad. Es cierto que en cinco años, no se puede resolver lo que hace 100 no anda bien, pero, negar la realidad no va a resolver las cosas y reventarse cohetes por lo poco que se hace, tampoco. Eso solo le quita espacio a la autocritica y a la rendición de cuentas, dos pilares de todo Gobierno democrático.
Pedir que se anuncien cambios estructurales a estas alturas es imposible; sin embargo, exigir una mejor distribución de la riqueza, una lucha frontal a la corrupción y una búsqueda del bienestar común, creo que si pueden ser tres anhelos que el Presidente debería tomar en cuenta en su discurso. Quizá no los pueda cumplir totalmente, pero si dejar el camino para que el siguiente inquilino de la casa de Pizarro lo pueda hacer. Sin embargo, dado el grado de egoísmo del que adolecen nuestros políticos, esa es una aspiración que puede ser catalogada de soñadora.
A la crisis económica se ha sumado una de gobernabilidad, ocasionada por la falta de credibilidad que adolece el Gobierno y lo que representa. El pueblo está dejando creer en el Estado y en sus instituciones, un hecho sumamente preocupante, que gracias a las promesas electorales incumplidas, la exclusión, la ineficacia en el gasto público, el autoritarismo, la excesiva burocracia y la corrupción están llevando al país a un estado de inestabilidad. Es cierto que en cinco años, no se puede resolver lo que hace 100 no anda bien, pero, negar la realidad no va a resolver las cosas y reventarse cohetes por lo poco que se hace, tampoco. Eso solo le quita espacio a la autocritica y a la rendición de cuentas, dos pilares de todo Gobierno democrático.
Pedir que se anuncien cambios estructurales a estas alturas es imposible; sin embargo, exigir una mejor distribución de la riqueza, una lucha frontal a la corrupción y una búsqueda del bienestar común, creo que si pueden ser tres anhelos que el Presidente debería tomar en cuenta en su discurso. Quizá no los pueda cumplir totalmente, pero si dejar el camino para que el siguiente inquilino de la casa de Pizarro lo pueda hacer. Sin embargo, dado el grado de egoísmo del que adolecen nuestros políticos, esa es una aspiración que puede ser catalogada de soñadora.
PD: La falta de información sobre como prevenir la gripe AH1N1 y el anunció de una estrategia para poder evitar que más peruanos mueran a causa suya, también debería estar en la lista; así como, el deslinde con el supuesto ‘copamiento’ aprista en las entidades del Estado que su ‘amigo’ Mantilla anunció hace un tiempo.Actualización:
Me olvidaba de mencionar la elaboración de un estrategia para combatir a la delicuencia, un problema que mi familia durante este año ha tenido que afrontar dos veces. Y como olvidar el friaje que año a año mata a niños, mujeres y ancianos en las alturas del país, se debe actuar pronto y pensando en los próximos años, no solo en este.
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